miércoles, 29 de octubre de 2008

terremoto lola

Tiene ahora 16 meses, y no podéis estar el uno sin la otra. La época de los celos ya casi pasó: ahora jugáis, coméis, os bañais y vais juntos a todas las partes de la casa. Cuando tú eras más pequeños creíamos que habías salido como yo: travieso, hiperactivo, indomable. Pero con el tiempo ha resultado que la que es así es tu hermana. Es la reina de la guardería. Supongo que tiene un buen maestro de juegos. Se defiende a la perfección, y tiene mucha destreza. Y un carácter que da miedo. Tú, en cambio, te has vuelto más bueno, más apacible; muy activo y hablador y juguetón, pero en el fondo eres bueno y sensible. Destacas por tu imaginación, hasta me lo dicen en el colegio. Siempre con tus animales y con tus cuentos. Te estoy contando ahora El Principito, y aunque no entiendes nada, te encanta escucharle hablar con el zorro y la serpiente, con las rosas y los corderos. Siempre he pensado que la batalla más importante del mundo es la que se libra entre las rosas y los corderos. Lola es genial, como tú, qué va a decir un padre. De momento, y ojalá por muchos años, éste es el único túnel que conocéis: es un túnel de juegos. Es azul, y al final siempre estamos mamá o yo. Ojalá la vida fuera así siempre.

vacaciones en la toscana

Ya han pasado algunos meses, desde que en agosto pasamos ocho días en la Toscana en una casa rural, I Pitti, en el pueblo de Montecatini, en Sierra Pistoiese. Fuimos con Susa y con Fer, con Marc y con Vega, tú y yo, Lola y la mamá. Es una tierra preciosa que no recordarás salvo por las fotos, en la que os pasábais el día persiguiendo palomas por Florencia, Pistoia, Luca, Siena y San Gimigiano. Pero te remarco esta fecha, y estas vacaciones, porque ha sido vuestro primer viaje en avión. Y ya lo sabes, supongo: me dan pánico los aviones. Desde que llegásteis al mundo, los evito a toda costa, salvo para temas imponderables, o las vacaciones, porque la mamá me mata si nos perdemos cosas por culpa de mis fobias. Recuerdo que en avión, te psaste el viaje mirando por la ventana y comiendo conguitos; que no te querías poner nunca el cinturón, y que te tuve que decir que la azafata era un policía, para que hicieras caso.
Tenemos muchas fotos. A mí me encanta ésta que nos hizo mamá.

martes, 28 de octubre de 2008

tú y tus cuentos

Me dicen en el colegio que estás muchas veces en otros mundos, con tus cuentos, con las historias de animales que no paras de contar. Recuerdo que antes de que nacieras hablé con los de la panda sobre si los padres éramos capaces de transmitir a nuestros hijos parte de nuestros gustos, de nuestra historia vital. Hablamos precisamente de literatura, de la pasión por leer y por contar historias. No sé qué harás en un futuro; cuáles serán tus gustos, cuáles tus preferencias. Lo que sí sé es que tienes tres años y tres meses y no dejas de contar historias. Y pedirnos a mí y a mamá que te contemos cuentos a todas horas: cuando vamos por la mañana al colegio, cuando te acuestas y no te quires dormir y nos pides que te contemos una historia tras otra. Vives rodeado de libros, de cuentos y de animales de plástico. Y haces que los personajes de cuentos cobren vida casi real. Te sucede con Carlito, tu otro yo, tu amigo imaginario. Cuando haces algo mal, lo hace él. Nos miras con los ojos de pillo y nos dices: "yo no he sido. Ha sido Carlito". Y Carlito sólo existe en las historias que yo te cuento y que tú escuchas con los ojitos emocionados, riendo, a veces llorando. No sé si cuando leas esto seguirás leyendo, y disfrutando con las historias que avivan tu imaginación. Pero sí sé lo que eres ahora: un devorador de sueños. De historias que hacen que nuestra vida -la de todos los que te rodeamos- sea mucho mejor de lo que es.

lunes, 14 de julio de 2008

lola

Ya tiene más de un año. Lo cumplió el 22 de junio. Ya somos cuatro en la familia. Desde entonces, mucho habéis crecido tu hermana y tú. Lola empezó a andar este fin de semana. Tú ya eres un hombrecito con conversaciones de cuentacuentos. Te comes un polo de chocolate y dices "está delicioso". Ves a la profesora de la guardería de tu hermana y le preguntas si ha comido bien...
Nos sorprendéis los dos cada día. Tú, con tu obsesión por las vacas, los animales y los cuentos. Todo el día quieres que te contemos cuentos de todo: de tus miedos a los lobos y a las brujas. De los búhos buenos. Y en todos los cuentos, introduces a las vacas. Tus vacas moradas. Lola nos sorprende por su destreza y simpatía. Siempre te está mirando. Siempre va detrás de tí. Tú le quitas todos los juguetes de las manos y ella protesta. La ves con un pato y dices "este pato me gusta", y se lo quitas. Y ella protesta, y coge un dinosaurio y dices "este dinosaurio es el mío". Y así todo el rato. Pero le das muchos besos y le dices que la quieres mucho.
Lola ya anda. Lo ha hecho casi como tú: al poco de cumplir un año. Ya verás la que nos espera. Está tan espabilada que nos va a llevar a todos de calle. Hacía tiempo que no te escribía. Era injusto que no hubiera aparecido tu hermana en este blog para tu futuro...

martes, 15 de abril de 2008

duermen los niños

Más de los sueños. Más de las noches. Más de las pesadillas. Adoro que duermas en nuestra cama y adoro verte dormir. Como un ángel. Como cuenta Calamaro.

la cama de los papás

¡Quién nos iba a decir que, en la primavera del 2008, íbamos que comprar una cama más grande para poder acogeros a tí y a Lola a primeritas horas de la mañana!.
Lo cierto es que así ha sido. Lejos de la pedagogía y de las dificultades de educar a los hijos, lejos de la posibilidad de que os acostumbréis, a pesar de que sabemos que no es lo mejor, es inevitable haceros un huequecito en nuestra cama. Dormir con vosotros es un placer, pero también una necesidad: a ver quién espera durante minutos y minutos, a los pies de vuestra cama, a que os volváis a dormir cuando os despierta una pesadilla por la noche. Pero hoy por hoy es quizá el mejor momento del día: todos en la cama, tú hablando bajito, Lola tocándote la cara, tú riendo. Estás con nosotros y te sientes protegido. Pero ¿de qué hablan tus pesadillas infantiles?. Hablan de lo que ves en los dibujos animados: de lobos feroces que van a comerte, de arañas que se cuelan por tu cama, de vacas que son perseguidas por leones y cocodrilos. Entonces te levantas llorando y gritas "papá", y cuando llego a tu lado de vuelves a acostar rendido y me dices "dame la mano", o "aquí tienes un sitio", señalándome el lado de tu pequeña cama.
El final del 2007 y el principio del 2008 han sido muy duros: las cosas cambiaron en Foios, el trabajo está difícil, y las cosas no van tan bien como antes. En esas noches de pesadillas para ti y para nosotros, el mejor momento del día se reduce a cuando mamá y yo os ponemos entre nosotros y, entre risas y susurros, va amaneciendo el día.

domingo, 30 de marzo de 2008

luna negra


Un día de mediados del mes de enero, nació Luna Negra. Nos dimos cuenta porque Dolça no salía a saludarnos cuando nos íbamos de casa. Un par de días antes de que naciera, vi que había hecho un agujero en el jardín, dentro de tu casita de plástico. Me extrañó esa actitud en ella. El fin de semana, cuando salíamos a cenar, vi que Dolça no venía. Me asomé a la ventana de casa y allí la vi: dentro de tu casa de juguete estaba Luna Negra. Nunca supimos quién fue su padre. Pero lo cierto es que pasamos dos meses encantadores con ella. Nunca te he visto disfrutar tanto con un perrito. Tú fuiste quien le pusiste su nombre final. Tu madre quería que se llamara Luna en homenaje a su perra de siempre en el secano, que había fallecido el invierno anterior después de catorce años. Tú precisaste que esta Luna, era la Luna Negra. Aunque nos hacía mucha ilusión, nos fue imposible mantener a dos perras grandes en el jardín: a los dos meses, ya se veía que Luna Negra iba a ser grande cono su madre. Así que le buscamos dueña antes de que creciera. Una amiga de Vicente el capitán de Verdecora se la quedó encantada, con su collar morado. Desde entonces sabemos que vive en Llíria, en un chalet con cuatro perros más. La chica nos ha dicho que nos enviará fotos para que sepamos cómo está. Tú, con tu sabiduría de niño, dices que está en la montaña. La semana pasada no quissite ir al cole an toda la semana, aunque es lógico que no te salieras con la tuya. Pero cuando íbamos camino del colegio, siempre me decías "quiero ir a la montaña con luna Negra". Por si no la recuerdas de mayor, aquí te dejo su huella.

lunes, 10 de marzo de 2008

yelow



Como estoy últimamente hablándote a través de las canciones, asi creo que acabo esta serie con la que, para mi, más te identifica. La escribió el líder de Coldplay para su hijo. Era tan rubio, que, desde que nació, todo lo bueno del mundo era amarillo. A mi me sucedió igual, y supongo que a todos los de la familia. Es tan fuerte tu personalidad desde pequeño, son tantos tus encantos, y eres tan rubio que todo lo vemos amarillo. Todo a través de tus ojos. Siempre pensando en ti.

cuando pedro llegó

Me cuentan desde la panda que les está encantando el blog, pero que me falta la canción más bonita que jamás alguien ha escrito a su hijo, en este caso la de Pedro Guerra que te pongo a continuación. Te estoy hablando últimamente a través de la música, pero ¿es que tengo tantas cosas que contarte, que no valen sólo mis propias palabras!. Tenían razón los músicos: la canción expresa como nada lo que he sentido durante estos maravillosos años por tí y por Lola.

miércoles, 5 de marzo de 2008

lunes, 18 de febrero de 2008

una vaca "morado"

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No sé realmente el motivo por el que, entre todos los animales del mundo, te apasionan las vacas. Es algo llamativo de tu infancia: en lugar de jugar con coches, lo haces con animales de plástico. Y es excepcional el nivel de conocimiento de ellos que tienes, con dos años y medio: conoces ya al koala, a la libélula (lilubebébula, como tú la llamas), y al cocodrilo con más de mil dientes, entre otras rarezas. Pero, de todos los animales, te apasionan las vacas. Si vamos al zoo, por ejemplo, ya podemos ver elefantes gigantescos, jirafas altísimas, tigres, leones o monos que no paran, que tú me miras entusiasmado y me dices "y ahora las vacas, ¿vale?".
Todas las noches, al acostarte, te contamos cuentos, y te encantan los cuentos, pero, antes de apagar la luz e irte a dormir, nos pides un cuento de vacas. Tantos, que hemos tenido que improvisar: yo te cuento el cuento del establo del arco iris, que albergaba vacas de todos los colores del mundo, para que pueda haber una vaca "morado", como tú la sueñas porque es tu color favorito y tu madre el de la vaca veloz, que de tanto que quería correr la atropella un coche y se rompe una pata. Y duermes siempre con tus vacas cogidas en las manos; con ellas vas al cole, y hasta la piscina, a nadar. Este sábado tu profesora de natación, Cristina, alucinaba: hiciste toda la clase de natación con una vaca en cada mano. Fue curioso: al final de la clase, tu profe cogió las dos vacas, las tiró hacia el aire, y cayeron al agua. Una, la de goma dura, se hundió. La otra, de plástico y hueca, flotó. Cuando saliste del agua me las enseñaste las dos y me dijiste: "mira papá, ésta sabe nadar, y ésta no".
Andamos toda la familia locos buscándote una vaca morada.

viernes, 15 de febrero de 2008

el porqué de tu nombre

A veces, uno no sabe realmente cómo suceden las cosas. Un día eras Ernest, el otro Ariel o Martín, y de pronto ya te llamabas Rubén. Hoy no te concebiríamos con otro nombre. Lo cierto es que debes agradecérselo a tu madre. Fue ella quien lo propuso. Cuando uno va a ponerle el nombre a un hijo suyo y no quiere que se llame como él, le da muchas vueltas al asunto. Susana quería un nombre en valenciano, su lengua materna. No recuerdo exactamente cuántos nombres barajamos, pero el que más fuerza tenía era Ernest: el nombre de Ernest lluch, y, al fin de cuentas, el de Ernesto sábato o Eernesto Che Guevara. Pero no acababa de convencernos. Pensamos también en Gabriel, como Gabo García Márquez, porque a tu madre le gustaba el diminutivo de Gabri. Pero tampoco nos convencía. Mis propuestas eran mucho más extranvóticas. Yo quería un nombre argentino. Quería un Martín, como el de Sobre Héroes y Tumbas, y para Lola quería un Alejandra. También me gustaban Ariel y Román, y me entusiasmaba el nombre de Lluvia, para chico o chica, que igual daba. Evidentemente, no me dejaron. Así que un día cenando con los músicos, Nicolás, Césares, Antonio y Mavi, tú soltaste la propuesta de Rubén. El nombre gustó enseguida. No tenía diminutivos, el sobrino de César se llamaba así, y tenía poeta y todo, como Rubén Darío. Fue la cena definitiva. Quizás, si no hubieramos cenado allí ese día, hoy no te llamarías así. Son las cosas del destino.



te llamas Rubén gracias a tu madre

miércoles, 13 de febrero de 2008

el día de antes de que tú nacieras

4 de agosto de 2005
Supimos que comenzabas a llamar a las puertas de este mundo mientras veíamos en el teatro romano de Sagunto “Memorias de Adriano”. Si lo hubieras planificado a conciencia, no sé si lo hubieras hecho mejor: para mí, ninguna obra como las reflexiones del emperador más justo escritas por Margaritte Yourcernar, refleja tan bien el paso del tiempo, y pocas expresan de manera más lúcida los sentimientos más profundos del ser humano; el amor, la sabiduría y la cultura, la guerra y la construcción de una nación, el crecimiento personal y colectivo, la enfermedad y la muerte.
Susana, la mamá, había comenzado a tener contracciones regulares esa misma noche, y durante toda la obra, a la luz de las estrellas y de la luna de agosto, se repetían cada diez minutos. Imagínate qué sensaciones para nosotros: contemplábamos las danzas del bello Antinoo, escuchábamos el monólogo del gran emperador interpretado por José Sancho, mientras sabíamos que faltaba muy poco para que nos miráramos a la cara.
Siempre les comenté a mis amigos que, para nosotros, tú ya eras uno de nosotros desde el instante mismo que oímos tu corazón por primera vez en las ecografías. En aquel entonces tú no eras más que un granito de arroz dentro del vientre de mamá, pero la sensación de que ya existías y ya comenzabas a crecer junto a nosotros fue algo en lo que coincidimos los dos desde el primer día que salimos del ginecólogo con la confirmación de que llegabas hasta nosotros y que estabas bien. Por eso la frase más repetida de mamá durante todo el embarazo era: “lo quiero ya tanto…”. Y se acariciaba la barriga.
He hecho este apunte porque nosotros también crecíamos como padres a la vez que crecías tú, y pasamos en nuestro aprendizaje por numerosas fases antes mismo de tu nacimiento: la ilusión por tu futura llegada, los cambios en la casa para esperarte, el cambio de hábitos para cuidarnos, el amor creciente entre nosotros dos…, pero también la incertidumbre y las preocupaciones por cualquier síntoma extraño, el peso de la responsabilidad como padres, el replanteamiento de la vida y del trabajo, el miedo a que te pasara algo incluso antes de nacer. Y al final, cuando los temores se juntan con la ilusión de los últimos meses, una pregunta se repetía cada noche: ¿cómo será?, ¿cómo será su cara?, ¿tendrá mucho pelo o será pelón?, ¿de qué color tendrá los ojos?. Y por muchos avances técnicos y muchas ecografías 3D que nos hubiéramos hecho, eran unas preguntas que sólo se responderían cuando vieras la luz.
Esa misma madrugada, al salir de la obra de teatro, desde el teléfono móvil sin manos del coche llamamos por primera vez a la matrona que nos había asignado el ginecólogo. La situación, en pleno agosto en Valencia, era un tanto caótica: llamamos a la 1.30 horas de la madrugada a una matrona a la que no conocíamos y cogió el teléfono una señora mayor. A pesar de que no se trataba definitivamente de la matrona, nos hizo preguntas acerca de las contracciones, como si fuera ella, y cuando le contestamos nos dijo que bueno, que ella no era la matrona, que se había ido de vacaciones, y que llamáramos a una tal Vicenta que se hacía cargo ella de sus pacientes. Así que, perplejos y preocupados ante tanta incertidumbre (nuestro ginecólogo nos había advertido que se iba de vacaciones el día siguiente y que si pasaba algo llamáramos también a un sustituto) procedimos a llamar, cerca de las dos de la madrugada, a la susodicha Vicenta. La matrona que finalmente nos atendió resultó ser más amable y simpática por teléfono que en propia persona: nos atendió perfectamente a pesar de las horas, nos dijo que controláramos durante la noche por si las contracciones se llegaban a repetir cada cinco minutos, nos recomendó Solgol, para lo que tuvimos que ir a una farmacia de guardia en el Puerto de Sagunto, y nos dijo que, aunque las contracciones no llegaran cada cinco minutos, a las siete de la mañana siguiente la llamáramos, cogiéramos la canastillas e ingresáramos en el Nou de Octubre.
Y a pesar del cronómetro en la mesilla de noche, y del control periódico de las contracciones que siguieron cada diez minutos, y de la emoción por la inminencia de tu llegada, y de lo mucho que nos quisimos aquella última noche solos en este mundo, caímos rendidos de sueño a las tantas de la madrugada y nos despertamos una hora más tarde de lo previsto.

rubén

Éste eres tú, Rubén Ruiz Orts, poco después de aquel 5 de agosto de 2005 en que naciste. Inicio este diario tiempo después, un miércoles 13 de agosto de 2008. Hoy tienes dos años y medio y casi no me acuerdo de aquellos tiempos donde eras un bebé. Mejor dicho, más bebé que ahora, porque aún hoy te gusta decir que eres un bebé. A veces se nos olvida. Hablas ya tan bien, tienes tanto vocabulario y razonas de manera que, en ocasiones, creemos que eres más mayor. Entonces tú nos miras y nos dices, "soy un bebé", y, como siempre, vienes a poner las cosas en su sitio. También nos lo dices para que tu hermana Lola, que hoy tiene casi ocho meses, no te quite tu lugar. Lo sabemos de sobra. Lo que tú no sabes es que eso es imposible. Esta noche has tenido fiebre y he dormido contigo, en tu cama, en el "castell", como tú la llamas. Aunque los pedagogos nos digan que quizá no sea bueno para tu educación, no puedo evitarlo. Me encanta estar en contacto contigo. Como cuando eras como en la foto. Verte significa estar en paz.